A
Streetcar Named Desire
AÑO
1951
DIRECTOR
Elia
Kazan
GUIÓN
Tennessee
Williams
REPARTO
Vivien
Leigh, Marlon Brando, Kim Hunter, Karl Malden, Rudy Bond, Nick Dennis, Peg
Hillias, Richard Garrick, Ann Dere
PREMIOS
1951: 4
Oscars: Actriz (Leigh), actor sec. (Malden), actriz sec. (Hunter), direcc.
artíst.
1951:
Festival de Venecia: Premio Especial del Jurado y mejor actriz (Vivien Leigh)
1951:
Círculo de críticos de Nueva York: Mejor película
Obra
maestra del séptimo arte basada en un texto de Tennesse Williams dirigida por
Elia Kazan.
La principal virtud de esta película se advierte rápidamente, en unas presentaciones de los personajes muy efectivas, cortando diálogo del texto original y cambiándolo por imágenes. Dando una mayor presencia cinematográfica, y consiguiendo en muchos minutos romper la teatralidad del original. Hablar de “Un tranvía llamado deseo” y no alabar a Marlon Brando es poco menos que un sacrilegio, con una sola mirada puede causar miedo, como una expresión de su cara expresa más que miles de muecas, Ningún otro actor podrá jamás interpretar a Stanley Kowalski, porque ningún actor jamás se acercará a la maestría de Brando, pero sería injusto no alabar también la interpretación de Vivien Leigh, porque su construcción de mujer del sur, de reina de la ilusión, de personaje frustrado que sólo busca amabilidad es sencillamente perfecta. En ningún momento se pierde la construcción de los personajes, nunca se tiene la sensación de que faltan partes (como ocurre con muchas adaptaciones), y algunos cambios de decorado ayudan a romper un poco la teatralidad que como ya dije antes no se consigue eliminar por completo. Sin embargo el final de la obra de teatro es mucho mejor que el de la película, el cual sabe a censura.
La principal virtud de esta película se advierte rápidamente, en unas presentaciones de los personajes muy efectivas, cortando diálogo del texto original y cambiándolo por imágenes. Dando una mayor presencia cinematográfica, y consiguiendo en muchos minutos romper la teatralidad del original. Hablar de “Un tranvía llamado deseo” y no alabar a Marlon Brando es poco menos que un sacrilegio, con una sola mirada puede causar miedo, como una expresión de su cara expresa más que miles de muecas, Ningún otro actor podrá jamás interpretar a Stanley Kowalski, porque ningún actor jamás se acercará a la maestría de Brando, pero sería injusto no alabar también la interpretación de Vivien Leigh, porque su construcción de mujer del sur, de reina de la ilusión, de personaje frustrado que sólo busca amabilidad es sencillamente perfecta. En ningún momento se pierde la construcción de los personajes, nunca se tiene la sensación de que faltan partes (como ocurre con muchas adaptaciones), y algunos cambios de decorado ayudan a romper un poco la teatralidad que como ya dije antes no se consigue eliminar por completo. Sin embargo el final de la obra de teatro es mucho mejor que el de la película, el cual sabe a censura.
Elia Kazan, Inició
su trayectoria cinematográfica como actor en varias películas de Anatole Litvak
(Ciudad de conquista, 1940; Blues in the night, 1941) y debutó como director en
el seno de la 20th Century Fox con Lazos humanos (1945) Se convirtió en uno de
los mejores directores de actores que dio el cine estadounidense y buena
muestra de sus inquietudes fue su trayectoria cinematográfica, en la que se
suceden títulos de desigual acierto pero que asumen compromisos con las
realidades sociales.
La barrera
invisible (1948) se ocupó del antisemitismo de la mano de Gregory Peck. El
filme le valió su primer Oscar como director y obtuvo dos estatuillas más
(mejor película y mejor actriz secundaria). En Pinky (1949) dio cobertura a los
problemas raciales. Demostró su capacidad en la dirección de actores en Un
tranvía llamado Deseo (1951), la adaptación de la obra de Tennessee Williams
con la que Vivien Leigh, los actores secundarios y el decorado obtuvieron cuatro
estatuillas de la Academia.
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