FRANCOISE
TRUFFAUT
Nacido
en París el 6 de febrero de 1932, François Truffaut fue el fruto de una
relación ilegítima entre Janine de Monferrand y Roland Truffaut, pareja que
acabaría regularizando su situación cierto tiempo después del alumbramiento. La
peculiar circunstancia de su nacimiento será otra de las muchas obsesiones que
marquen la trayectoria del joven François, que terminará viviendo en casa de
sus abuelos maternos, Jean y Geneviève de Monferrand. Tal vez por esta razón, o
por las numerosas inspiraciones literarias y cinematográficas que enriquecieron
su formación, el realizador de Las dos inglesas y el amor ha dejado tras sí un
legado de perfume novelesco que lo une directamente con el estilo de los
grandes autores franceses del siglo XIX. De hecho, esa especie de 'marca de
destino' se revela cuando Truffaut declara públicamente su admiración
incondicional por Balzac. Balzac, la novela decimonónica y los directores
estadounidenses del Hollywood clásico, con decantada devoción por aquellos
encasillados en la llamada y minusvalorada Serie B, serán sus principales
fuentes de inspiración de juventud. Refugiado en la lectura y en las salas de
cine de su barrio parisino, todos son la respuesta a su imperiosa necesidad de
evasión. Pronto se identificará con los personajes de los libros y de las
películas y amará a las actrices, hasta el punto de proponerse conocerlas,
filmarlas... Armado de una pasión irrefrenable, la obsesión
de Truffaut era seducir y conquistar desde dentro y fuera de la pantalla, razón
que explica su total entrega al mundo del cine, no sólo como director, sino
como protagonista de películas como El pequeño salvaje, particular homenaje a
Rousseau, y La noche americana, por la que recibió el Oscar®la Mejor película extranjera.
Truffaut, conmovido desde siempre con la literatura
del poco conocido Henri Pierre Roché, lleva a la práctica un deseo que
arrastraba desde mucho tiempo: La adaptación cinematográfica de su obra Jules
et Jim. Le seducía especialmente su prosa poética articulada con muy poco
vocabulario, como él mismo decía "donde la emoción nace de la nada, del
vacío", donde lo misterioso es la clave del relato.
La película gira en torno a Catherine, misteriosa y
fascinante, indescifrable criatura encarnada por una esencial Jeanne Moreau
definitivamente consagrada con esta interpretación. Nos es mostrada en escena
como estudiante francesa una vez hemos conocido los detalles de la amistad
entre Jules y Jim en un París efervescente inmediatamente anterior a la primera
guerra mundial y prefigurada como una enigmática escultura en una isla del
Adriático, con una sonrisa recibida por los amigos como todo un ideal estético
y vital, como algo que en el caso de conseguirse nunca debería ser perdido. La película despliega al espectador todo un abanico de situaciones
donde la emoción y la comprensión mutua, la ternura y un sincero afecto entre
personajes marcan la dinámica de una película de final trágico, donde la
alegría de vivir y la confianza tiene su constante contrapunto del dolor y del
temor, de la que Jean Renoir confesó haber sentido envidia de no haber
realizado él mismo.
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