Dirigida por Akira Kurosawa
Escrito por Akira Kurosawa
Protagonizada por Yoshitaka Zushi, Kin Sugai, Toshiyuki Tonomura
Música de Toru Takemitsu
Cinematografía Yasumichi Fukuzawa Takao Saito
País Japón140 minutos
Año 1970
El título de la película se refiere a un japonés la onomatopeya del sonido producido por un tranvía o un tren en movimiento ("Do-desu-ka-den hacer-desu-ka-den hacer-desu-ka-den"). El sonido se produce por el niño como él hace su imitación de todos los días el tranvía ruta a través de la basura. Debido a la simplicidad del juego, la película tiene la imagen de una obra de teatro. Fiel al estilo de Akira Kurosawa, el espectador curioso se encuentra una interesante gama de virtudes y defectos de los personajes,La película fue muy criticada en Japón a pesar de ganar un premio de la academia para la mejor película extranjera
(Dodes ka-den, 1970), es una dura parábola sobre la otra cara del desarrollo económico, no obstante que se trató de una gran película, el fracaso comercial propició que el famoso realizador no encontrara productores para sus siguientes proyectos, hecho que lo sumergió en una profunda depresión y lo llevó a quererse suicidar y no regresaría al cine hasta pasado cinco años. Gracias al apoyo de la entonces Unión Soviética, consiguió financiamiento para rodar "Dersu Uzala",
Dodes'ka-den nos habla del progreso industrial. La ciudad tiene una presencia constante pero lejana. Situados en un barrio de las afueras. La primera pregunta que nos viene a la mente es ¿ qué han hecho esos personajes para merecer esa mísera realidad?.
Un joven preso de la locura que se imagina que conduce un tranvía, un hombre epiléptico que vive humillado por la tirana de su esposa, un fabricante de brochas obsesionado porque todas sean iguales, maridos alcohólicos que se intercambian las esposas, un hombre viejo y sabio obstinado en hacer el bien, un ciego muerto en vida por algún oscuro suceso del pasado... No hay espacio para la confianza en el ser humano ni para la tranquilidad de nuestro futuro. La esperanza ha muerto. El escepticismo campea a sus anchas. Otro tema recurrente de Akira Kurosawa la degeneración del ser humano.
Algunas escenas son muy buenas, por ejemplo, el plano-secuencia inicial que arranca con la imagen del tranvía reflejándose en los cristales, mientras un joven con retardo imita, a la manera de un mimo, las operaciones de un maquinista de tren, gritando “Dodes-ka-den” y recorriendo, eufórico, un enorme basural. Al final del camino, unos niños se burlan de él. Luego, vemos a la madre contemplar los trenes de colores que ha hecho su hijo, dibujos que empapelan su habitación. Así comenzamos una exploración circular, siempre transitoria, por las vidas de los múltiples personajes de esta trastienda de la ciudad.
Dodes-ka-den no falsifica la crudeza de la miseria, lo más fascinante podría estar con el rigor que se filma, lo cómico vuelve a aparecer como en "Los siete samurái" sin dejar de enseñarnos una realidad sin disfraces. Utiliza el color por pirmera vez, pero lo hace para acentuar la naturaleza de los personajes y al igual que la vida que está hecha de claroscuros, los decorados y escenarios forman parte de un todo que complementan a los personajes. La escena en que el niño vagabundo muere por inanición, es tratada con tonos oscuros que fluctúan entre el azul y el gris, en contraposición a la colorida casa que su padre sueña despierto, siguiendo con los ejemplos, los colores vivos de los dos matrimonios que se intercambian sus parejas, contrapuntean la comicidad y la hilaridad de sus aventuras, pocas veces el color se ha utilizado de una forma tan hiriente, expresando los destellos de luz e ilusión, temerariamente irreales, que destrozan una noche negra, un destino trágico. Akira Kurosawa con su mirada humanista nos llevó a una barriada pobre de Tokio y más que una denuncia social, nos lleva su mirada hacia el espíritu humano. Hay algo de melancolía pesimista, y al contrario de lo que podría creerse, no adopta un tono realista, sino más bien simbólico e incluso onírico, bien apoyado en la fotografía y en la banda sonora.
A partir de esta obra, Kurosawa deja de creer en la humanidad. Para él ya ha llegado la era de la desesperanza.
Gracias al apoyo económico de tres directores japoneses: Keisuke Kinoshita, Masaki Kobayashi y Kon Ichikawa, Kurosawa pudo realizar esta película, que en 1970 fue nominada al Oscar como mejor película extranjera.
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