año 2002
Sinopsis: Ambientada en el siglo XIX, en un burdel japonés cerca de Tokio. Damas Del Mar, es una historia de una geisha O-Shin y de un samurái de nombre Fusanosuke, quién tras discutir accidentalmente con otro samurai, busca refugio en compañía en la joven. de la que se enamora, manteniendo la esperanza de librarla de los pecados de su profesión.
A principios de los años ochenta el director, pese a su prestigio dentro y fuera de Japón, no le resultaba fácil encontrar financiación para sus películas, por lo que decidió dibujarlas para enseñar a los posibles productores qué aspecto tendrían y cómo pensaba rodarlas, Los bocetos eran un gancho comercial a modo de avance pictórico. Lo primero que llama la atención es la perfección formal de los bocetos. No se trata de apuntes o esbozos rápidos, a la manera de Ridley Scott dibuja sus storyboards o de como Fellini plasmaba sus delirios y obsesiones, sino de auténticas obras de arte imaginadas y resumidas con pasión al detalle. Estamos ante un Kurosawa que domina el dibujo, la composición, la iluminación y la paleta cromática, ya sea con el lápiz, la acuarela o el pastel. En definitiva, ante un verdadero artista. Al morir Akira Kurosawa deja una treintena de películas realizadas un cine imprescindible dentro de los clásicos y una obra sin terminar "Damas del Mar" también conocida por "El Mar que nos mira" rodada posteriormente por Kei Kumai en 2002 también de forma paradójica su última película antes de morir.
Tres son los maestros clásicos del cine japonés y entre ellos parecería haber existido desde siempre una implícita división de tareas. Mientras las protagonistas casi excluyentes del cine de Kenji Mizoguchi fueron las mujeres (incluyendo geishas y prostitutas), Yasujiro Ozu dedicó toda su obra a tratar el tema de la disolución familiar y Akira Kurosawa se especializó en dramas con un tratamiento épicos al estilo de Shakespeare.
Kei Kumai filmó a partir de un guión que Kurosawa "Damas y el Mar" un cuento había dejado pendiente Basada en dos relatos (de quien Kurosawa había adaptado antes Sanjuro, y Dodes’ka’den), es como un cuento moral que transcurre casi enteramente en un prostíbulo, a mediados del siglo XIX. De tenue pero sostenido crecimiento dramático, se trata de una historia construida de atrás hacia adelante. En efecto, da toda la sensación de que Kurosawa, visualizó primero la resolución, hecho de imágenes fuertes, circunstancias extremas y decisiones trágicas y a partir de ahí atar toda la historia por venir.
En el comienzo, hasta el barrio rojo de Kyoto llega un joven, inexperto y aristocrático samurái, que se metió en problemas y anda en busca de refugio. Una de las pupilas,
O-shin, una pupila de geisha es aconsejada por una compañera, “Nunca te enamores de un cliente”, pero el amor como lo inevitable lleva por segunda vez la historia aparece sutil, como es frecuente en el cine de kurosawa, las fuerzas desencadenadas de la naturaleza funcionarán como expresión de los conflictos internos de ese grupo humano, derrumbes, inundaciones; el "tiempo" como elemento dramático es utilizado, como lo hizo el Sensei en toda su obra. Vienen a la mente la lluvia incesante de Rashomon, el combate bajo la tormenta de Los siete samuráis, el jubilado de Vivir hamacándose en medio de la tempestad, la anciana de Rapsodia en agosto luchando contra la furia del viento. Allí es donde la figura de Kikuno, que acepta estoicamente su destino frente a la creciente, se recorta de pronto como un Mifune en versión femenina, al apelar a la grandeza de espíritu como única arma frente al caos del universo. Ese caos que en japonés se dice Ran.
Kei Kumai, quien comentó en una entrevista que había seguido la proyección planteada ya en el filme, que sólo aceptó llevarlo al cine porque «el maestro» le había manifestado el aprecio por su obra, dice: tomé como base el primer guión que había escrito y luego me encontré con una serie de apuntes del propio kurosawa que corregían y modificaban ese guión origina l«He seguido todas las indicaciones del maestro y he respetado su espíritu»
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