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Una historia de Brooklin


Una historia de Brooklin
(The Squid and the Whale; 2005)
T.o.: The Squid and the Whale.
Director: Noah Baumbauch.
Guión: Noah Baumbauch
Intérpretes: Jeff Daniels, Laura Linney, Owen Kline, Jesse Eisenberg, David Benger, Ana Paquin.
Música: Britta Phillips y Dean Wareham.
Fotografía: Robert D. Yoeman.
EEUU. 2005. 91 minutos.
Para escribir el guión de Una historia de Brooklin (The Squid and the Whale; 2005), Noah Baumbach se basó en sus propias experiencias de adolescencia cuando sus padres decidieron divorciarse, quedando él y su hermano a expensas de una situación que poco a poco les iría superando.
Es, por tanto, una visión ficticia de unos acontecimientos reales, donde es complicado saber qué hay de verdadera memoria. Sin embargo, poco importa lo anterior, lo interesante es como plantea la película, cómo en escasa hora y media es capaz de a partir de retazos, constituir un relato bastante preciso de las consecuencias que puede tener el divorcio de unos padres y de aquello que los dos jóvenes hijos sufren.
Cuando se intenta recordar un momento concreto del pasado, sea cual sea su extensión temporal, siempre viene acompañado de la disparidad, pues resulta complicado ordenar una situación del pasado con precisión. Siempre se nos presenta a modo deslavazado, aunque no por ello carezca de sentido. Cada cual le da un sentido, puesto que al haberlo vivido le resulta fácil el poder, a través de los sentimiento rememorados, constituir el relato de lo que está recordando. Pero siempre hay lagunas, momentos que quedan fuera de la memoria y que pueden ser rescatadas más tarde o quizá nunca. Una historia de Brooklin. presenta una continuidad narrativa preclara, sus secuencias parecen retazos de una memoria que se intenta ordenar. Esto explica el sentido disperso de toda la película, así como su importancia a la hora de ser capaz de crear una historia a través de los sentimientos que se van generando en los personajes.
Así, el matrimonio formado por Bernard y Joan Berkman, Jeff Daniels y Laura Linney no pueden estar juntos y deciden divorciarse. Él un escritor de éxito que no pasa por su mejor momento; ella, comienza a publicar y su carrera a tomar un buen rumbo. Sus infidelidades y su éxito parece ser que son los detonantes para acabar con un matrimonio de diecisiete años, algo que a sus dos hijos, Frank (Owen Kline) y Walt (Jesse Eisenberg) no entienden.
¿Qué ha pasado?
¿Cómo no se dieron cuenta de que el matrimonio de sus padres no pasaba por un buen momento?
Antes de recibir la noticia, ya se ha podido apreciar distanciamiento entre los padres, alguna disputa, pero siempre sin concretar los motivos de manera clara, a veces tan sólo dejándolo caer. Son momentos que el espectador entiende, aunque nunca lleguen a desarrollarse en su totalidad; sucesos recordados o presenciados por un niño, siempre ajeno a lo que sucede en el dormitorio de sus padres hasta el momento en que se le revela la verdad.
Baumbach parece querer verse a sí mismo a través del joven Walt, quien asume que la culpable de todo es su madre y decide irse a vivir con su padre, a pesar de la tutela compartida que han acordado. Sin embargo, pronto acabará también decepcionado de este. Su adolescencia y búsqueda de identidad encuentran un marco bastante poco propicio para encontrar su sitio en el mundo. LA visión de lo que sucede, como la desorientación de su hermano que comienza a beber y a masturbarse en lugares públicos, son las visiones de dos niños que perciben la realidad de manera distorsionada, sin claridad, sobre todo cuando el mundo que hasta ese momento han tenido como sólido se desintegra ante ellos. Deben de comenzar a pensar que tienen dos casas y que sus padres mantengan relaciones con otras personas. De ahí que Una historia de Brooklin se adapte perfectamente en su estructura y estilo.
También resulta llamativo la oscilación que presenta entre comedia y drama sin decantarse en ningún momento por una de las dos, creando una visión agridulce donde nunca se sabe que es lo agrio o lo dulce. Baumbach muestra la dureza del momento, pero también lo maravilloso de la juventud, cuando el mundo comienza a presentarse ante uno y los descubrimientos son constantes. Así,  los jóvenes comienzan a descubrir su sexualidad, aunque las propias relaciones de sus padres hagan que vean el sexo de una manera tan confusa. Su juventud, contrasta con sus progenitores, quienes parecen vivir en una etapa de la vida de decepción y amargura, quien tras una época de éxito ve como su condición de intelectual queda relegada a las clases de literatura y al impacto que produce en las jóvenes alumnas que le ve con los ojos de la admiración. Una historia de Brooklin una visión de una aparente familia local es una historia exportable a cualquier parte  y cuidad su visión oscilante entre el drama y la comedia, hacen una sencilla película una historia con  emociones.

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