Director : John Houston
Guión : John Houston
Basado en el libro de Dashiell Hammett del mismo título.
Fotografía : Arthur Edeson
USA 101 min.
Guión : John Houston
Basado en el libro de Dashiell Hammett del mismo título.
Fotografía : Arthur Edeson
USA 101 min.
Productora : Warner Bros. 1941
La trama se centra en una figura procedente de la época de los Templarios que representa un halcón de color negro, por la que varios hombres están dispuestos a disparar sus pistolas.
Una mujer alta, cimbreña, sin un sólo ángulo, derecha y alta de pecho llega a la oficina de los
detectives privados Spade y Archer para que persigan a un hombre que tiene secuestrada a su pobre e inocente hermanita de 17 años. Los hombres aceptan y se meten en un lío que tiene ya varios muertos encima.
Huston se rodeó de un reparto insuperable, encabezado por Humphrey Bogart, y donde destacan también las actuaciones de Mary Astor, Peter Lorre (como el afeminado Joe Cairo) y Sidney Greenstreet (como el deliciosamente maligno "el Gordo" Gutman). Greenstreet hizo su presentación en el cine con esta película y tanto él como Lorre compartirían créditos de nuevo con Bogart en la inolvidable Casablanca (1942).
Decidido a toda costa a convertirse en director, según cuenta la historia, Huston envió a las oficinas de JackWarner un detallado borrador de la historia, escena por escena. Warner lo aprobó de inmediato, impresionado por lo que creía era el guión final. Sin embargo, advirtió a Huston que debía limitarse a seis semanas de rodaje y a un presupuesto de 300 mil dólares. Huston siguió las indicaciones al pie de la letra y elaboró un cuidadoso plan de rodaje, en el que cada toma estaba planeada con precisión matemática. El resultado fue un filme asombrosamente fiel al guión original, algo que casi nunca sucede en el mundo del cine.
Si la película es importante en la historia del cine es por haber inaugurado un nuevo género dentro de la temática cinematográfica, el cine negro. Este género literario nació por una razón, la misma que motivó el nacimiento de la cinta que nos ocupa.
Uno, primero, es necesario situarlo entre 1941 y 1946. En ese tiempo se establece el estilo visual (encuadres siempre esquivos, iluminación expresionista que permitía destacar entre las sombras casas solitarias, callejones sin salida, muelles deprimentes, cuartuchos descascarados, siempre cargados de violencia) y algunas notaciones temáticas, a cargo del detective privado, que fue un hombre completo, un hombre de honor por instinto, sin pensarlo y por cierto sin decirlo, un hombre relativamente pobre, porque de lo contrario no sería detective, un hombre que jamás aceptó el dinero de nadie, ni la insolencia de nadie, un hombre solitario que hablaba con tosco ingenio y con un vivaz sentimiento de lo grotesco. Por el contrario las mujeres casi siempre representaban el papel de brujas intrigantes y duras, llenas de codicia y lujuria, capaces de envenenar cualquier situación.
Podemos ver ya cómo predomina el plano picado sobre cualquier otro tipo de plano. Esto es debido a la intención de magnificar y mitificar el personaje de Bogart y la figura que representa dentro de la trama, y debido también a características técnicas, ya que el actor era de baja estatura y no admitía otro plano que no fuese éste, tan antinatural. Además es curioso señalar cómo en todos los planos siempre hay algún personaje más bajo que él, ya sea de estatura como por estar sentados u otra estratagema.
La iluminación que presenta la obra es una luz cenital que destaca la frente de todos los personajes y acentúa los rasgos faciales con zonas en sombra y zonas iluminadas, dando así a entender que siempre se guardan algo que no muestran, que no existe la sinceridad en estos personajes.
Con estas películas, Humphrey Bogart se convertiría en uno de los grandes iconos en la historia del séptimo arte a partir de este papel. Por todo esto y por la profundidad de una trama aparentemente complicada pero que te absorbe como un remolino hasta el último minuto de cinta, merece el reconocimiento de gran película.